martes, 19 de mayo de 2009

MITOLOGIA CHAQUEÑA

Por: Licenciado Jorge Oliva.
Todo pueblo tiene como base cultural, una concepción mítica del mundo que es particular y exclusiva de esa cultura. Esa concepción es puesta de manifiesto en todo momento ya que constituye motivo de orgullo, de identificación ante la comunidad regional o de naciones del mundo. Por ejemplo la música afro-americana en Brasil, la hoja de árbol de Canadá, la falda a cuadros de los clanes escoceses, son la simbolización externa de una historia nacional que se enraíza en las más antiguas creencias de esos territorios. En el caso de la provincia del Chaco las creencias mitológicas más alejadas en el tiempo nos remiten a una rica historia aborigen, la que luego recibe aportes de criollos de la provincia de Corrientes y por último de los grupos inmigrantes llegados de Europa. Sería lógico entonces que la base mitológica más antigua fuese la que constituye motivo de orgullo y tema de preservación de la sociedad chaqueña. Sin embargo estas concepciones mitológicas provinciales y regionales no son apreciadas como base cultural, incluso son ignoradas por la mayoría de los habitantes de la provincia. Se toma por lo general como mitología chaqueña la que se recibió como préstamo cultural de los grupos aborígenes guaraníes, los que jamás habitaron suelo chaqueño ya que se encontraban en conflicto constante con los grupos denominados montaraces que habitaron durante siglos el territorio de la actual provincia del Chaco. Estos grupos nómades que se desplazaban por toda la región ubicada desde el Paraná y el Pilcomayo hacia el sur, eran poseedores de un perfil cultural que contrastaba con las diversas concepciones del mundo presentes en la mitología Tupí-guaraní. Así resulta desconocido por la comunidad chaqueña el ciclo del héroe cultural de los Wichí, Tokuá, de quien se conocen más de doscientas variaciones míticas que se traducen en relatos de gran antigüedad. Este personaje se ubica en la zona oeste de la provincia del Chaco, en Formosa y Salta, en lo que era antiguamente la gran provincia Wichí. Guarda semejanzas con el mito guaraní del Pombero, ya que ambos poseen un sexo muy desarrollado y la predilección por las jóvenes vírgenes, a quienes seducen y engañan. Otros personajes son los genios protectores del monte virgen, Nohuet en el monte y Salcharó en el agua; o el Oykiagay, poder que viene del cielo y desciende sobre los hombres. Encontramos a los Huedaic, genios malignos que habitan esteros o superficies acuáticas de escasa profundidad, asustando a los hombres que pescan en las lagunas o causando desastres naturales como el hecho mítico de La Cangayé, laguna traga-gente de la mitología Guaycurú. Estos Huedaic aparecían con frecuencia en la Laguna del Tigre, zona de General San Martín, donde los aborígenes evitan bañarse en sus aguas pues temen el enojo de estos seres. Existe toda una mitología respecto de estos seres pequeños, negros y peludos, que tienen relación con esta extraña laguna de gran profundidad y que jamás se seca, ni aún en épocas de intensa sequía. Tenemos en nuestra provincia una rica concepción de los Dueños, genios protectores de la naturaleza, presentes en los relatos más antiguos, como: dueño de los pájaros, arco iris, víbora del agua y demás integrantes de la cosmogonía de los grupos aborígenes del Chaco. Los tobas, evitan mirar el arcoiris a quien consideran un Dueño que habita en el cielo y se especializa en el rapto de niños, aunque en algunas leyendas sirve de puente para que unos niños escapen de una vieja maligna y puedan atravesar una gran laguna. Entre los tobas, encontramos al Pitet, visualizado como un esqueleto con alas, mitad hombre y mitad pájaro; el Nwaxanaxanaq o golpeador, dueño y habitante de los palmares; el Pelek o dueño de la noche, que controla el ámbito nocturno del monte; los Huasholé, enanos del monte que pueden conceder poderes a los cazadores; el Araganáq Ita’á, dueño de las víboras, simbolizado como una gran víbora de doble cola, cuyas presas son los animales de gran tamaño, y también se lo simboliza como un gran avestruz de cuello multicolor; el Huahua Late’é, dueño de las ranas; el Moxonaló, o arcoiris, encargado de castigar a las mujeres menstruantes que se acercan al agua. Resulta extraño entonces que la base cultural manifiesta de esta provincia sea reconocida como europea y criolla, en ese orden, ignorando la riqueza de las concepciones aborígenes del territorio, lo que constituye un motivo de discriminación ante la situación de sometimiento cultural que sufren los grupos primigenios.- Bibliografía: Siffredi, Alejandra, “El gateo de los nuestros”. Del Sol. Asunción, 1992. Miller, Elmer, “Los tobas argentinos”. Siglo XXi. Méjico,1969. Oliva, Jorge, “Historias del Gran Chaco”.La Paz. Resistencia, 1992.