miércoles, 11 de marzo de 2015

HOMENAJE A LAS MUJERES

Este marzo, el Área de Investigaciones Históricas del Museo del Hombre Chaqueño resalta los aspectos ponderables de algunas de las mujeres que a través de la historia local, nacional o internacional han puesto sus vidas en función de la lucha de la emancipación femenina a la tutela de una sociedad patriarcal.
Hoy evocamos a ese grupo de mujeres que en 1919, en Las Palmas, sede del imperio azucarero y forestal: Las Palmas del Chaco Austral; se organizaron y lucharon por sus derechos, enfrentaron a la patronal y a la policía brava (oficial y privada)  que pretendía sojuzgarlas.
Trabajo femenino en Las Palmas. Foto de archivo "Tiempos en el Chaco. 2011", de Ana María Quenardelle. Museo del Hombre Chaqueño.

Acostumbradas a asistir desde pequeñas a las asambleas del sindicato fabril al acompañar a sus padres o hermanos, vieron los castigos y vejaciones a que eran sometidos los peones del ingenio (indígenas y criollos). Cuando adolescentes se ofrecieron a la Federación de Oficios Varios para ser guardias en la puerta del sindicato e impedir el ingreso de la policía y otros infiltrados por el directorio.
Mujeres valientes, de armas llevar, muchas de ellas portaban un Colt en su cintura, y en los momentos de enfrentamientos armados (1919,1920 y 1923), fueron ellas las que estuvieron al frente de los piquetes obreros en la Zanja Soró, emblemático sitio de enfrentamiento.
Fueron ellas, las que en medio de la balacera de la policía y de la Liga Patriótica (mercenarios contratados por la empresa), cruzaron la calle para rescatar el cadáver de uno de los compañeros caídos para darle cristiana sepultura.
Eran las integrantes de Antorcha Chaqueña, un grupo de treinta a cuarenta militantes, algunas de ellas socialistas, anarquistas y comunistas, lideradas por Magdalena Gómez, que en tiempos en que no había conflictos gremiales, se dedicaban a ayudar a las familias de los obreros del sindicato.
Fueron fundadoras de la Biblioteca de la Federación, de un Coro de Adolescentes que llegó a actuar en el Paraguay, un comedor u “olla popular” cuando la huelga estuvo en sus momentos culminantes. También daban clases de apoyo a los niños en etapa escolar, y montaron una guardería infantil en el mismo sindicato.
Absolutamente solidarias, su compromiso radicaba también en repartir volantes con propagandas sobre los justos reclamos obreros. Organizaron veladas de teatro y danzas para recaudar fondos y esconder en sus viviendas a los sindicalistas perseguidos. “Hacia falta poco para encender en ellas el deseo de lucha”, (GARCIA PULIDO, José, 1976).
Vaya en el mes de la mujer nuestra evocación para este grupo de mujeres que marcó un hito en lucha por su dignidad y por la de sus compañeros de clase: los obreros de Las Palmas.

martes, 3 de marzo de 2015

EN EL MES DE LA MUJER

Juana Azurduy

Este mes, el Área de Investigaciones Históricas del Museo del Hombre Chaqueño resalta los valores de algunas mujeres que a nivel nacional e internacional arriesgaron sus vidas en aras de un ideal: la libertad de su patria y una mejor vida para sus habitantes, en especial, las mujeres de su tierra.
Hoy recordamos a Juana Azurduy Bermúdez, nacida en Toroca, intendencia de Potosí, el 12 de junio de 1780. Capitana (de hecho) de las guerrillas de la patria en sus momentos más tremendos, unió su vida a la Manuel Padilla, a quien vio  caer muerto cuando se propuso rescatarla de su situación de prisionera. También soportó la muerte de algunos de sus hijos, quienes combatían al lado de sus padres.

En los primeros momentos de la emancipación americana, cuando los revolucionarios de Chuquisaca, hoy territorio boliviano, encabezaron el primer levantamiento contra el opresor español; Juana y su esposo esuvieron allí, para ofrecer sus servicios a la causa revolucionaria.
Castelli, Balcarce y Díaz Velez fueron sus jefes en el Ejército del Norte. Luego de la batalla de Huaqui, Juana y sus cuatro hijos fueron tomados prisioneros, pero Padilla logró rescatarlos. Desde las sierras de Potosí continuaron el combate para luego luchar bajo las órdenes de Manuel Belgrano.
Fue ella quién organizó el “Batallón Leales” que participó en Ayohuma y resultó un fracaso militar para las armas americanas. A partir de allí los militares criollos retrocedieron hacia el norte argentino. Juana se transformó en la coordinadora de las Guerrillas de Martín Miguel de Güemes.
Cuando en 1816 tomó el Cerro de Potosí, fue nombrada Teniente Coronel. Herida en la batalla de La Laguna, su esposo la rescató pero lo mataron en el enfrentamiento. En 1821, cayó en la pobreza al morir el caudillo salteño.
Deambuló indigente por el Chaco Argentino hasta que Simón Bolívar supo de ella. La nombró Coronel del Ejército y le otorgó una pensión. El gran libertador del los países del Sur de América declaró: “Este país (refieriéndose a Bolivia) no debería llamarse así, sino Padilla o Azurduy, porque son ellos los que lo hicieron libre”.
Luego de 1830 le fue retirada todas sus pensiones y vivió en las profunda de las pobrezas. Así murió el 25 de mayo de 1862. Enterrada en una fosa común, su cuerpo fue rescatado en la década del 80 y sus restos depositados en el Mausoleo que en su homenaje se construyó en Sucre.
Vaya en este homenaje, nuestro reconocimiento a todas las mujeres que en el mundo luchan por una vida más digna, por los derechos de la mujer y por la liberación social y nacional.