EN LA PREVIA DEL CONGRESO
(Primera parte)
La Monarquía Española, había vuelto al poder y preparaba la flota más poderosa, para recuperar las colonias perdidas. Hacia 1815, con excepción del Virreinato del Río de la Plata, todos los estallidos revolucionarios y emancipadores americanos habían sido aplastados. Además, España había firmado pactos con las demás naciones europeas con el propósito de evitar una nueva ofensiva de los revolucionarios franceses.
Por ello, algunas naciones que vieron con simpatía, al principio, los sucesos de mayo de 1810, se mostraron en 1816 poco convencidas de dar una ayuda a los patriotas de América, ya sea auxilio militar o económico: ayudar a la independencia americana era traicionar a España.
Por ello, durante los seis años que median entre los sucesos de mayo de 1810 y el Congreso de Tucumán, las autoridades nacionales (si es que las puede llamar así, ya que la inestabilidad política era el común denominador de aquellos años) se mostraron timoratas en cuanto a la declaración de la Independencia.
Estos sectores conservadores, habían hecho todo lo posible para frenar los impulsos liberadores de quienes como Moreno, San Martín, Monteagudo, Belgrano, sostenían la necesidad de una declaración de guerra y la creación de símbolos que nos identificaran en las batallas.
Por ello ordenaron a Manuel Belgrano, arriar la bandera que había creado en las barrancas del Rio Paraná en Rosario, y murió misteriosamente Moreno en alta Mar, o desconocieron a los diputados de Artigas en la Asamblea del Año XIII.
¿PROTECCIONISMO O LIBRE COMERCIO?
La idea política que movía a estos sectores sociales, estaban vinculadas en el terreno económico, con la libre navegación de los ríos que Gran Bretaña pregonaba a sangre y fuego, entre otros países europeos.
Cuando al día siguiente de comenzada la Revolución de Mayo, los ingleses inundaron el marcado nacional con sus productos (más baratos y de mejor calidad), provocaron la reacción armada de los caudillos federales, que defendían los intereses de sus provincias, cuyas incipientes industrias fueron a desaparecer ante una competencia desventajosa.
Ese frente de conflicto interno retrasó la declaración de la Independencia. Surgió el dilema: las tropas nacionales ¿enfrentan a los enemigos españoles o defienden los intereses del puerto de Buenos Aires?
Éste es el contexto externo e interno que rodea al Congreso. Urge una reunión para tratar entre otras cosas la Declaración de la Independencia y la adopción de una forma de gobierno para estas tierras. Los dos temas estaban relacionados.
Pero a los males descriptos, y que son condiciones objetivas de un proyecto de país, ya fragmentado en clases y sectores sociales antagónicos, se van a unir las diferencias ideológicas: ¿monarquía, república o federación? Y dentro de la corriente monárquica subyacen ideas de un monarca descendiente de los Incas, o un príncipe de alguna familia Noble.
En esas disyuntivas, los congresales de Tucumán (a la que no asistieron los diputados de las provincias que estaban bajo la influencia de José Gervasio de Artigas: la Banda Oriental, Corrientes, Entre Ríos y Santa Fe) pasaron meses de ásperos debates, mientras que otros diplomáticos gestionaban la llegada de un Príncipe para gobernar estas provincias que marchaban lenta, inexorablemente hacia su independencia.
EN LA PREVIA DEL CONGRESO DE TUCUMÁN
(Segunda parte )
Decíamos en la nota anterior que mientras algunos hombres enrolados en el pensamiento de mayo de 1810, empujaban a los congresales reunidos en Tucumán a “Declarar de forma inmediata la Independencia de España”, en jornadas secretas, dentro del propio Congreso había grupos conspirativos que querían para estas Provincias, la llegada de algún príncipe de la nobleza europea.
La idea era crear una especie de protectorado, “ante los genios díscolos, que querían formas de gobierno republicanas o un monarca con sangre indígena”
En abril de 1814, Fernando VII había llegado a Valencia y el 24 de mayo entró en Madrid. El panorama se tornó sombrío para América a partir de esa fecha. Palpitaba en el espíritu de Fernando VII intervenir con toda “fuerza militar” para someter nuevamente a los americanos amotinados y rebeldes”.
Fue así que el Director Supremo Gervasio Posadas envió a fines de 1814 a Belgrano y Rivadavia con Instrucciones Secretas, para hacer saber al soberano de España “que los americanos no estarán jamás por partido alguno que no gire sobre estas dos bases : o la venida de un príncipe de la Casa Real de España que mande como soberano a este continente….”
Pero la diplomacia iría más allá. En enero de 1815 Manuel José García, enviado por el Director Supremo Carlos María de Alvear, con sendas cartas secretas donde se pedía a los ministros ingles Lord Strangford y Primer Ministro Castlereagh el envío de un príncipe de la casa real.
BIENVENIDO MAJESTAD
“Cinco años de repetidas experiencias han hecho ver a todos los hombres de juicio y opinión que este país no está en edad de gobernarse por si mismo, y que necesita una mano exterior que lo dirija”. Pero el propósito era aún más audaz: “Estas Provincias desean permanecer a la Gran Bretaña, recibir sus leyes, obedecer a su gobierno y vivir bajo su poderoso influjo…”( ARLAUD ; F:S: 1987)
El documento habla por si mismo. Estos relatos, poco conocidos por los argentinos, constituía la antesala del Congreso de Tucumán.
La situación en Europa favoreció a la independencia local. Los pactos de amistad de las monarquías europeas contra Francia, impedían a cualquiera de ellas, proteger a las ex - colonias españolas en América.
De haber ocurrido lo contrario otro hubiera sido el destino de las tierras americanas.
Los congresales, luego de la declaración de la independencia, el 9 de julio, de 1816, debieron reunirse tres días después para insertar un párrafo más a la declaración: “Que estas provincias declaran su independencia de España y de cualquier potencia extranjera”. Esta última expresión es un dato no menor. Los sectores más revolucionarios del Congreso sabían que se estaba conspirando contra la libertad americana. Por eso el agregado tiene una significación especialísima.
Por otra parte en la Declaración de la Independencia se dice “Provincias Unidas en Sud América”. Era la Patria Grande con la que soñara Bolivar, San Martín, Belgrano, Güemes. Artigas y que hoy comienza a transitar de nuevo aquellos pasos en la unidad latinoamericana representada en la UNASUR y otros proyectos políticos regionales.
Cuando el Congreso de Tucumán se trasladó a Buenos Aires en 1819, se continuó con las gestiones para traer un príncipe, aunque ya no eran tan exigentes los Congresales en cuanto a la pureza de su sangre, podrían encontrarlo en cualquier país europeo interesado. Varios de ellos terminaron “demorados” por “Alta Traición a la Patria”. Pero el juicio no prosperó y todo volvió a su cauce natural. Dicho en otras palabras, con la independencia declarada, la desunión interior había desembocado en una guerra civil que llevaría décadas en armar un modelo de país, que terminó sometiéndose nuevamente al dominio europeo, esta vez ingles, pero de otras formas. Pero esas historias merecen otros relatos.
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