Juana Azurduy
Este mes, el Área de Investigaciones Históricas del Museo del Hombre Chaqueño resalta los valores de algunas mujeres que a nivel nacional e internacional arriesgaron sus vidas en aras de un ideal: la libertad de su patria y una mejor vida para sus habitantes, en especial, las mujeres de su tierra.
Hoy recordamos a Juana Azurduy Bermúdez, nacida en Toroca, intendencia de Potosí, el 12 de junio de 1780. Capitana (de hecho) de las guerrillas de la patria en sus momentos más tremendos, unió su vida a la Manuel Padilla, a quien vio caer muerto cuando se propuso rescatarla de su situación de prisionera. También soportó la muerte de algunos de sus hijos, quienes combatían al lado de sus padres.
En los primeros momentos de la emancipación americana, cuando los revolucionarios de Chuquisaca, hoy territorio boliviano, encabezaron el primer levantamiento contra el opresor español; Juana y su esposo esuvieron allí, para ofrecer sus servicios a la causa revolucionaria.
Castelli, Balcarce y Díaz Velez fueron sus jefes en el Ejército del Norte. Luego de la batalla de Huaqui, Juana y sus cuatro hijos fueron tomados prisioneros, pero Padilla logró rescatarlos. Desde las sierras de Potosí continuaron el combate para luego luchar bajo las órdenes de Manuel Belgrano.
Fue ella quién organizó el “Batallón Leales” que participó en Ayohuma y resultó un fracaso militar para las armas americanas. A partir de allí los militares criollos retrocedieron hacia el norte argentino. Juana se transformó en la coordinadora de las Guerrillas de Martín Miguel de Güemes.
Cuando en 1816 tomó el Cerro de Potosí, fue nombrada Teniente Coronel. Herida en la batalla de La Laguna, su esposo la rescató pero lo mataron en el enfrentamiento. En 1821, cayó en la pobreza al morir el caudillo salteño.
Deambuló indigente por el Chaco Argentino hasta que Simón Bolívar supo de ella. La nombró Coronel del Ejército y le otorgó una pensión. El gran libertador del los países del Sur de América declaró: “Este país (refieriéndose a Bolivia) no debería llamarse así, sino Padilla o Azurduy, porque son ellos los que lo hicieron libre”.
Luego de 1830 le fue retirada todas sus pensiones y vivió en las profunda de las pobrezas. Así murió el 25 de mayo de 1862. Enterrada en una fosa común, su cuerpo fue rescatado en la década del 80 y sus restos depositados en el Mausoleo que en su homenaje se construyó en Sucre.
Vaya en este homenaje, nuestro reconocimiento a todas las mujeres que en el mundo luchan por una vida más digna, por los derechos de la mujer y por la liberación social y nacional.
Este mes, el Área de Investigaciones Históricas del Museo del Hombre Chaqueño resalta los valores de algunas mujeres que a nivel nacional e internacional arriesgaron sus vidas en aras de un ideal: la libertad de su patria y una mejor vida para sus habitantes, en especial, las mujeres de su tierra.
Hoy recordamos a Juana Azurduy Bermúdez, nacida en Toroca, intendencia de Potosí, el 12 de junio de 1780. Capitana (de hecho) de las guerrillas de la patria en sus momentos más tremendos, unió su vida a la Manuel Padilla, a quien vio caer muerto cuando se propuso rescatarla de su situación de prisionera. También soportó la muerte de algunos de sus hijos, quienes combatían al lado de sus padres.
En los primeros momentos de la emancipación americana, cuando los revolucionarios de Chuquisaca, hoy territorio boliviano, encabezaron el primer levantamiento contra el opresor español; Juana y su esposo esuvieron allí, para ofrecer sus servicios a la causa revolucionaria.
Castelli, Balcarce y Díaz Velez fueron sus jefes en el Ejército del Norte. Luego de la batalla de Huaqui, Juana y sus cuatro hijos fueron tomados prisioneros, pero Padilla logró rescatarlos. Desde las sierras de Potosí continuaron el combate para luego luchar bajo las órdenes de Manuel Belgrano.
Fue ella quién organizó el “Batallón Leales” que participó en Ayohuma y resultó un fracaso militar para las armas americanas. A partir de allí los militares criollos retrocedieron hacia el norte argentino. Juana se transformó en la coordinadora de las Guerrillas de Martín Miguel de Güemes.
Cuando en 1816 tomó el Cerro de Potosí, fue nombrada Teniente Coronel. Herida en la batalla de La Laguna, su esposo la rescató pero lo mataron en el enfrentamiento. En 1821, cayó en la pobreza al morir el caudillo salteño.
Deambuló indigente por el Chaco Argentino hasta que Simón Bolívar supo de ella. La nombró Coronel del Ejército y le otorgó una pensión. El gran libertador del los países del Sur de América declaró: “Este país (refieriéndose a Bolivia) no debería llamarse así, sino Padilla o Azurduy, porque son ellos los que lo hicieron libre”.
Luego de 1830 le fue retirada todas sus pensiones y vivió en las profunda de las pobrezas. Así murió el 25 de mayo de 1862. Enterrada en una fosa común, su cuerpo fue rescatado en la década del 80 y sus restos depositados en el Mausoleo que en su homenaje se construyó en Sucre.
Vaya en este homenaje, nuestro reconocimiento a todas las mujeres que en el mundo luchan por una vida más digna, por los derechos de la mujer y por la liberación social y nacional.
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