A medianoche del 23 de junio, un gran conocedor de nuestras costumbres y cultura regional, Ertivio Acosta, realizaba los encuentros para el cruce de brasas y quema de muñecos en cercanías de su casa, por la Noche de San Juan. Era además de un rito, un punto de reunión de la comunidad y con las tradiciones.
En ese contexto, la biblioteca Miranda Borelli del Museo del Hombre Chaqueño “Profesor Ertivio Acosta” acerca este texto de aquel historiador popular que recopiló un sinnúmero de hechos que tienen que ver con nuestra identidad y cultura.
San Juan según Ertivio Acosta
La investigación que Ertivio Acosta realizó acota que “la milagrosa noche de San Juan, como tradición cristiana en nuestra área de cultura guaranítica toma distintos matices. Algunas de las costumbres fueron creadas por nuestro pueblo, ya que la cultura sociológicamente entendida es la respuesta que cada comunidad da a sus necesidades. Pero al mayoría de las prácticas establecidas por la cultura popular del nordeste argentino son de raíz europea, vía España desde el siglo XV, en que se funda la ciudad de Asunción, y a partir de 1588 en que mestizos y españoles fundan la ciudad de Corrientes.
Quizás lo que mas llame la atención y la mayor demostración de fe hacia el Santo del Panteón Cristiano sea el paso sobre las brasas con los pies descalzos, que en nuestra región es conocido como el Tatá Yejhasá pronunciación actual de la construcción guaraní arcaica tatapiará yejhasá (corazón del fuego por donde se pasa).
Este rito popular, según los creyentes de profeta cristiano, debe realizarse poco antes de la medianoche entre el 23 y 24 de junio, para ser protegidos y purificados por el Bautista. Sin embargo, la tradición nos recuerda que hasta la década del ‘20, eran tres días seguidos el paso sobre las brasas, también llamado “cruce del fuego o marcha sobre el fuego”. Actualmente en la provincia de Corrientes y en Formosa se realizan las noches del 23 y del 24.
Generalmente este rito lo practican en capillas que llevan el nombre de San Juan: en Corrientes, en la capilla de Punta Aldana; en Resistencia en la capilla ubicada en avenida Sarmiento al 1050. También fueron atractivos los “tata yejhasá” del Club Guaraní, los de la Peña Nativa “Martín Fierro” y los del Club Chaco For Ever en Resistencia. El mas famoso “pasador” fue el desaparecido folklorista chaqueño don Benigno Corbalán, que en una sola noche pasaba repetidas veces el colchón de brasas animando a la concurrencia a demostrar su fe hacia San Juan.
Una somera descripción del rito sería: cerca de medianoche ya está preparada la gran fogata hecha con leña campana a cargo de una persona “entendida”. Cuando el fuego esta a punto, se extienden las brasas formando un “colchón” de 4 a 5 metros de largo, un metro de ancho y unos 10 centímetros de espesor. Sobre ellas pasan personas solas, acompañadas, algunos cargando en sus brazos criaturas, recuperados físicos y jóvenes parejas de novios. Se descalzan, se secan las plantas de los pies sobre el polvo del suelo, se santiguan y entran a caminar sobre las brasas, con una marcha ni apresurada ni lenta. Los que cruzan, casi en su totalidad, salen del fuego indemnes. Son numerosas las creencias sobre el porque algunos se queman y otros no. Incluso existen en nuestro país y en Brasil, varios trabajos científicos que tratan de explicar el popular milagro. Sin embargo, la realidad y situaciones contradictorias e imprevistas, ponen en duda las afirmaciones científicas en muchos de los casos, por lo que el pueblo sigue firme en eso de que la fe todo lo puede”.
Finalmente, Acosta señala que “las fogatas de San Juan suelen estar acompañados con la tradicional quema de muñecos, algunos hasta de tres metros de alto, otros con aspecto de enanos sombrerudos. También se queman representaciones de toro candil y burritos. Esta especie de purificación social se da en la interpretación de que se quema en realidad al diablo o para que no lleguen los duendes a molestar a la comunidad. Es tradición también que en el momento de la quema se realicen rondas alrededor del diablo y que la danza de polcas y chamamés con largos zapateos, den junto a las luminosas llamas, la nota de color regional”.
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