El Museo del Hombre Chaqueño “Ertivio Acosta” a través de su Área de Investigaciones Históricas, recuerda al libertador San Martín en conmemoración de un aniversario más de su fallecimiento.
José Francisco de San Martín había nacido el 25 de febrero de 1778, en Yapeyú, provincia de Corrientes.
Cuando su familia de trasladó a España, a los once años de edad ingresó como Cadete al Regimiento de Murcia, cuando Francia llevaba adelante su Revolución, en 1789.
A partir de ese año combatió al jefe militar de ese proceso, a pesar de compartir sus ideas de igualdad, libertad y fraternidad, que el liberalismo francés había enarbolado.
Enterado de los movimientos emancipadores del territorio americano, no dudó en sumarse en la primera hora a la lucha por la independencia de su patria.
Luego de obtener la baja del ejército español, junto a otros patriotas americanos, unieron sus ideales americanistas. Inglaterra fue la sede donde se pergeñaron los planes de recuperación de las tierras americanas del monopolio español.
De regreso al Río de la Plata, creó el Cuerpo de Granaderos a Caballo, realizando su bautismo de fuego en el combate de San Lorenzo. Designado Jefe del Ejército del Norte, marchó hacia las regiones del altiplano reemplazando a otro de los grandes hombres que tuvo la Revolución de Mayo: Manuel Belgrano.
Consciente de la imposibilidad de quebrar el poderío español continuando hacia el norte, recurrió a su formación militar recibida en Europa. El Plan Mitland, elaborado por un alto jefe inglés, le era funcional a sus propias estrategias. Atacar a los usurpadores colonialistas, cruzando la cordillera, liberando Chile y luego desde allí, con una flota bien equipada desembarcar en Perú.
Luego de una serie de triunfos decisivos en el Alto Perú, declaró la independencia de ese país, en 1821, siendo nombrado su Protector. Fracasadas las negociaciones con el otro gran libertador de América: Simón Bolivar, regresó a Buenos Aires, habiendo renunciado a todos los honores y cargos.
En Buenos Aires, no era bien visto por las autoridades a quienes había desobedecido al negarse a pelear contra los caudillos federales. Decepcionado y abandonado a su propia suerte, abandonó el país al que había liberado, para morir, olvidado por propios y extraños en Boulogne Sur Mer, el 17 de agosto de 1850. Su último deseo fue que su sable le fuera entregado a Juan Manuel de Rosas, por defender la soberanía nacional durante el bloqueo anglo francés de 1845.
No hay comentarios:
Publicar un comentario