jueves, 18 de agosto de 2016

OCOCOLOT : “LA CIUDAD OCULTA” EN LA SELVA CHAQUEÑA

Foto de archivo. MuHoCh. Concurso
de Fotografias "Tiempos en el Chaco"
2013. Ana Favarón.
Fue a principios de agosto de 1623 cuando Martín Ledesma, Marqués de Guadalcazar, partió de Jujuy, rumbo al Chaco Gualamba frente de 100 colonos armados, con la autorización del Virrey Diego de Córdoba.
En la confluencia de los ríos Tarija y las nacientes del Bermejo, fundó la ciudad de Santiago de Guadalcazar. Hasta allí llegaron, pués más allá comenzaba el territotrio de los “Toba”. Habían elegido una región equivocada. Habían partido a buscar “indios mansos” para que trabajaran en las encomiendas por ellos montadas. Pero como todos los Guaycurúes, los “Toba” no se entregaban en encomiendas.
Por lo tanto los aventureros soldados sólo traían de sus arriesgados viajes al interior del Chacú, algunos centenares de vacunos que les sustraían a los Vilelas. Guadalcazar creció como centro poblado y atrajo, curas, colonos y comerciantes. Pero mas allá de los padecimientos por esa tierra y clima hostíl, lo que transformó la mente y el espíritu de los hombres de Ledesma, fue la historia o leyenda, o ambas cosas a la vez, de la existencia  de una ciudad oculta, en medio de la selva chaqueña, cerca del Bermejo.
En esa ciudad imperial donde todo era oro y plata, atrajo la avidez de los españoles y se pusieron en camino hacia ella. Pero Ococolot, era una quimera, una utopía que se movía como el horizonte. Cuando llegaron sólo había una vieja ranchería de indígenas Vilelas y Toonocoté.
El 18 de agosto de ese año, luego de la decepción provocada por aquella fantasía, Ledesma, le cupo el   “mérito” de ser el primer observador de un ejército indígena, preparado como “caballería”, listo para combatir. El grupo de Ledesma, estaba formado por veintisiete hombres armados, los indígenas sumaban varios centenares , “y cuando hacían sonar los cuernos que tocaba a rebato, aparecían otros grupos”. (Tissera, R, 2008 ).
Ledesma debió negociar una retirada decorosa,  la primera en la historia chaqueña, y partió raudamente hacia la quebrada jujeña, dejando atrás el sueño de la ciudad oculta.

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