sábado, 17 de mayo de 2014

18 DE MAYO: ANIVERSARIO DEL ASESINATO DE TUPAC AMARU II

Con motivo del Día Mundial de los Museos a celebrarse este domingo 18 de mayo, el Área de Investigaciones Histórica del Museo del Hombre Chaqueño, rescata a estas instituciones como relatores de la historia popular y recuerda la cruel matanza de Tupac Amarú II, su familia y seguidores.
Como espacio de reserva de la cultura, los Museos atesoran testimonios tan cruentos como pudo ser la matanza de todos aquellos que en 1780 osaron levantarse contra el yugo español en el imperio incaico.
José Gabriel Condorcanqui, o José Gabriel Tupac Amaru II, fue el conductor de la mayor rebelión contra los españoles que se dio en el siglo XVIII. Era descendiente de Tupac Amaru (último sepa inca, ejecutado por los españoles en el siglo XVI), y fueron los mismos invasores blancos que terminaron con su vida y sus ideales independentistas.
Luchaba por la liberación de su tierra contra los españoles, pero también contra los explotadores que condenaban a los indígenas a las mitas y encomiendas como trabajo esclavo en las minas del altiplano. Fue él quien decretó la libertad de los negros por primera vez en América en 1780.
De origen mestizo, se casó con la que sería su compañera de combate, Micaela Bastidas.
Cuando fue nombrado cacique de todos los territorios inca, que por herencia le correspondía, abogó por la anulación del trabajo esclavo de los indígenas.
Ésas y otras medidas de carácter popular le granjeó la admiración de miles de ellos que lo siguieron, y con los que formó el más grande ejército indígena.
El 4 de noviembre de 1780 se inició la rebelión de José Gabriel Condorcanqui quien al principio encabezó una lucha con un perfil reivindicatorio, pero luego se transformó en un colosal proceso emancipador.
No pudo incorporar a los criollos a su lucha. A su muerte las campañas militares fueron conducidas por  Diego Tupac Amaru y por Tupac Katari.
El 6 de abril de 1781, el líder revolucionario fue detenido y conducido al Cuzco donde, a pesar de las torturas, no confesó lo que los españoles querían.
El 18 de mayo de ese año, el jefe indígena fue metido en costales (especie de sacos de tela resistente) y arrastrado hacia la Plaza de Armas.
Obligado a presenciar la muerte de su esposa, de sus hijos mayores, de sus jefes y amigo; fue atado a cuatro caballos que azuzaron con el propósito de desprender sus brazos y piernas.
Ante la fuerza del Jefe Inca, y al no lograr sus propósitos, optaron por decapitarlo, y luego despedazarlo. Las distintas partes de su cuerpo fueron exhibidas en todo el imperio a manera de escarmiento.
A pesar de muerto Tupac Amaru II la lucha no cesó. Se extendió hacia el norte y sur del continente y cuarenta años después su ejemplo fue tomado por los revolucionarios independentistas de las revoluciones americanas de 1810.


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