viernes, 23 de noviembre de 2012


ERTIVIO ACOSTA Y LOS 22 AÑOS
DEL MUSEO DEL HOMBRE CHAQUEÑO

Especial del Área de Investigaciones Históricas
del Museo del Hombre Chaqueño Profesor Ertivio Acosta”.

Ertivio Acosta, fundador de este Museo fue un jerarquizado folklorista, historiador y museólogo. Nació en San Luís del Palmar (Corrientes) en 1940, se inició en las tareas de investigador de la cultura popular desde muy joven, haciendo sus primeras armas en la Peña Martín Fierro de Resistencia y organizando en 1965 el primer Centro de Estudios de Folklore del Chaco.
Este amante de las creencias populares se graduó como Técnico Nacional de Museos, en la Plata, lo que le permitió perfeccionar sus tareas como buceador del folklore regional.
Interesado en el legado e influencia de la cultura guaraní sobre las creencias de los pueblos del Chaco y Corrientes, debió sortear numerosos inconvenientes debido a que esa cultura indígena fue considerada marginal por los conquistadores españoles y la Iglesia Católica, que la consideraba “hereje”.
Al respecto, el doctor Eduardo Gómez Lestani sostiene que “Toda la cultura de la que forma parte el idioma guaraní, fue ocultada, marginada y hasta prohibida por una forma de cultura considerada universal, cuyo origen y legitimidad es similar a la Guaraní, pero alcanzó esa difusión por ser instrumento de la civilización occidental (…) que debía excluir a las otras particularidades (…) la mitología grecolatina, paradigma de la civilización, es tan mitología como la guaraní, pero su conocimiento ha tenido la categoría de una forma de sabiduría, en tanto la frecuentación de la mitología guaraní fue una forma de ignorancia, censurada. Prohibida. Eso mismo ocurrió con las civilizaciones orientales, africanas y latinoamericanas originales”.( G.LESTANI, 2005)

LOS MITOS, CARÁCTER SIMBÓLICO E INSTRUMENTAL

Cuando las tribus guaraníes fueron perseguidas por los bandeirantes portugueses, que los transportaban al sur de Brasil para venderlos como esclavos, o por los españoles para utilizarlos como mano de obra semi-esclava en las encomiendas, representaron instrumentos, para poder explicar esta injusticia, sólo avalada por corrientes antropológicas que pensaban que había pueblos condenados a la esclavitud.
El mito como instrumento se puede observar en la creación simbólica del Caraí Octubre, donde este duende persigue a aquellos que no han guardado comida para los momentos en que escasean los alimentos (octubre). El mito opera como instrumento que genera conciencia acerca de prevenir, de ahorrar, de guardar.
 Así también ocurre con El Pombero, duende que tiene el poder de embarazar a las mujeres sin el consentimiento de ellas. Como el embarazo de las mujeres solteras era considerada como pecaminoso, y por lo general tenía un final trágico para la mujer, aparece el símbolo armonizador del Pombero que actúa como elemento instrumental para evitar la desintegración de la familia.
Este mito que nace en las zonas rurales, pero que a fines del siglo XIX se extiende también a las ciudades del litoral argentino, tiene el valor instrumental como asegurador de la continuidad de la identidad de un pueblo.
En un marco de diversidad cultural como la existente en el Chaco, todo lo estudiado por Ertivio, por Gómez Lestani y otros estudiosos, fue menospreciado por algunos intelectuales que rechazaban estos saberes desde una mirada europeizante y supuestamente culta.
Sobre el particular, Acosta hace referencia a que la mitología tendrá vida “prolongada. Yo no creo que los mitos se vayan extinguiendo, porque a la parte conceptual la maneja gente joven, gente que se interesa por estas cosas. A mí me tocó la parte peliaguda, lo cual no quiere decir que ahora sea fácil la cosa, pero en los años ‘60 vos eras folkloristas y ya eras un bruto, un reventado que se pasaba todo el día con la guitarra, vino y empanadas.  El folklore tiene muchas facetas, es una disciplina como cualquier otra y es científica en la medida que se la analice metodológicamente”.
Respecto a su lucha, Ertivio acota que los que quisieron mostrar estas cosas fueron frenados muchas veces, pero había que convencerse de que a la cultura popular no la detiene nadie.

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