FUNDACION Y POBLAMIENTO
DE SAN BUENAVENTURA DEL
MONTE ALTO
Esta semana el Museo del Hombre Chaqueño
“Profesor Ertivio Acosta”, a través de su
Área de Investigaciones Históricas, evoca el proceso que dio origen a
San Buenaventura del Monte Alto, oportunidad que es propicia además para
reflexionar sobre el significado que tuvieron estas instituciones en la
“regulación y disciplinamiento” de los pueblos originarios.
Creadas con el supuesto objetivo de
evangelización de los “ bárbaros” indígenas, muchas de estas reducciones
finalizaron convirtiéndose en verdaderos campos de “disciplinamiento”, para
poder tener a disposición del hombre blanco, la mano de obra barata que
necesitaba el capitalismo tardío implantado en estas latitudes.
Curas franciscanos, como el padre Fray Antonio Grossi, Agustín Bertaca y Francisco Ristoto, fueron
artífices de la fundación y poblamiento de la Reducción de Monte Alto.
Puesta bajo la advocación de San Buenaventura,
fue fundada el 12 de marzo de 1865, y los días posteriores se dedicaron a
atraer a los “indios mansos” que quisieran poblarla. Tobas y Vilelas amigos,
bajo el cacicazgo de Leoncito, lograron contener una población de 180 indígenas
que fueron educados para las tareas agrícolas, la vida en chozas individuales y
las primeras enseñanzas del catecismo.
Con la colaboración de los propios indígenas
más una subvención de los gobiernos nacionales y de Corrientes, esta reducción
logró subsistir hasta 1869, en que las autoridades suspendieron toda ayuda.
La resistencia indígena, aún dentro de la
misión (ya que el liderazgo de Leoncito
era sólo para tiempos de guerra), impidió, junto a otras adversidades, el
desarrollo armónico de la labor misionera.
Él apoyo al proyecto franciscano, había
caducado hacia 1870. Fray Bertaca y Ristoto, permanecieron hasta 1875, año en
que abandonaron la misión y retornaron a Corrientes. Dejaron la reducción a
cargo de Leoncito, pero todo el esplendor de los primeros tiempos fue
desapareciendo.
Los materiales que pertenecían a la obra
original, y que permanecieron a pesar de los robos frecuentes, fueron
rescatados por personal del Museo del Hombre Chaqueño y del Museo Ichoalay. En
el primero de ellos se puede apreciar una pira bautismal, diez placas de
bronce, una estatua de San Antonio, un moño de bandera de ceremonia, una
estatua de San Fernando de 1,50 metros de altura, una campana de hierro
original, una cruz de hierro de un metro de altura, todo perteneciente al
patrimonio de la reducción de Monte Alto.
Concluyó así uno de los intentos misionales más
importantes del Chaco durante el siglo XIX, A partir del siglo siguiente las
Reducciones Indígenas, tendrán otra funcionalidad, configurando un lugar de
encierro con formas casi esclavas de trabajo de los pueblos originarios. Allí
en una de esas Reducciones, ocurrió la Matanza de Napalpí. Pero esa
historia merece otros relatos.
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