El mito en su versión tradicional se refiere a una fábula, especialmente en materia religiosa, y siempre trata de explicar algo. Es la cosmovisión de un grupo social, y eso se traduce en actos o costumbres.
Los indígenas guaraníes, afirma Ertivio Acosta, eran politeistas. El Olimpo de sus dioses estaba poblado de deidades benignas y malignas.
Escultura de Ricardo jara, el Karay Octubre, presente en nuestra sala de Mitología Guaraní. |
El Dios superior Nandé Tenonde o Ñanderú Guazú, estaba en la cúspide, era el mayor de sus dioses. Algunos rangos más abajo aparecía Tupá “ el señor de los fenómenos meteorológicos”, que fue confundido por los jesuitas, quienes lo tomaron como dios superior.
Los dioses menores, más cercanos a la tierra, bajaron a ésta para proteger los intereses divinos y además vigilar que los hombres cumplieran con sus ritos. También al mundo terrenal llegaron los “Porás” quienes evitaban que los hombres se extinguieran por motivos especiales. Entre ellos estaban los que cuidaban los frutos del monte.
Por ello cada primavera de octubre bajaba a la tierra “ Karay Octubre” duende que castigaba a los hombres que no habían cumplido sus mandatos.
Antes de la llegada de Gaboto a las inmediaciones de los ríos Paraná y Paraguay, a comienzos del siglo XVI, ya existían en la región pueblos originarios dedicados a la agricultura en pequeña escala: batata, mandioca, maíz, zapallo, maní y tomates. Esos eran sus alimentos preferidos, complementados con pescados, chanchos de monte, guasunchos y carpinchos; para los indígenas de la nación de los yaguarí.
Desde sus orígenes estos cultivos y alimentos eran cuidados según sus creencias por un “viejito encorvado y de rostro enjuto”, describía Acosta.
Con la llegada de los jesuitas, que perfeccionaron las técnicas del cultivo, incorporan a su cosmovisión el relato de la iglesia católica.
Octubre y el hombre malo
Por lo general octubre era un mes de malos tiempos para los indígenas a causa de las sequías, cuando los sembrados se paralizaban. A esa adversidad se les sumaba la llegada invasora de los “bandeirantes” del sur de Brasil, que se llevaban la producción y esclavizaban a los indígenas. Estos denominaban a los invasores como “Karaí” (hombre malo). Los jesuitas incorporaron la creencia en “el Señor de Octubre “ para referirse a las ingratas tropelías de los bandeirantes.
El 1 de octubre comenzaba, según la cosmovisión indígena, “el mes de la miseria”, ese día llegaría el Karaí Octubre o “señor de la miseria”, representado por un duendecillo portador de una bolsa donde cargará los alimentos que guardaron los hombres previsores, y una “guacha” o rebenque para castigar a quienes no cumplieron con sus órdenes de reunir alimentos en setiembre y guardarlos para los malos tiempos.
Las grandes comilonas se efectúan ese día para mostrarle a Karaí “que hay alimento para rato”. A los que no cumplieron, les propina una soberana paliza. Los creyentes poco cumplidores, barren con ramas bendecidas tres rincones de la habitación donde creen que está el Karaí, dejando una cuarta para que este duende de la miseria abandone por allí la vivienda.
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