El Área de Investigaciones Históricas del Museo del Hombre Chaqueño recuerda la ola inmigratoria europea y hecha luz sobre los sucesos internos que favorecieron el asentamiento de esos primeros colonos.
En los últimos días de setiembre de 1920 comienzó a gestarse un proceso poblador, que dejaría un saldo sumamente positivo en el poblamiento de estas tierras que, hasta 1917 habían disputado las autoridades nacionales a los pueblos originarios.
En 1917 el Presidente Hipólito Irigoyen dio por finalizada la “Campaña al Chaco”, luego de casi cincuenta años de cruenta lucha contra los primitivos dueños de estas tierras. Finalizaba así una etapa donde el genocidio contra el pueblo indígena arrojó decenas de miles de muertos y la derrota militar de las naciones originarias del “chacú”.
Quedaba de esta manera despejado el terreno para que la tierra comenzara a poblarse. No todos los inmigrantes que llegaron al Chaco tuvieron la suerte de ser poseedores de las tierras que trabajaban. Muchos de ellos hasta mediados del siglo XX fueron arrendatarios, aparceros o aún peones de las chacras que se les había prometido en pomposas campañas en Europa o en Buenos Aires.
Fue el ferrocarril el que actuó como punta de lanza en el proceso colonizador de las tierras del centro-oeste del Chaco. En la zona oriental del entonces Territorio Nacional había sido repartida entre un reducido número de propietarios en su mayoría de Buenos Aires quienes se quedaron con las mejores tierras. Además tenían para sus explotaciones, la mano de obra barata de los indígenas que, derrotados militarmente, se trasformaron en asalariados en los montes y luego en los campos de algodón.
Cuando comenzó construirse el ferrocarril en su tramo de Barranqueras a Metán (Salta), se iban fundando colonias a medida que se extendía hacia el oeste, la mayoría de ellas dedicadas al cultivo algodonero.
El Area de Investigaciones Historicas, en consecuencia, sostiene que la riqueza que representa la diversidad cultural de nuestra provincia es una de sus mayores patrimonios, y a partir de ella se irá construyendo la identidad regional que permita enfrentar los grandes desafíos ante el bicentenario nacional.
En los últimos días de setiembre de 1920 comienzó a gestarse un proceso poblador, que dejaría un saldo sumamente positivo en el poblamiento de estas tierras que, hasta 1917 habían disputado las autoridades nacionales a los pueblos originarios.
En 1917 el Presidente Hipólito Irigoyen dio por finalizada la “Campaña al Chaco”, luego de casi cincuenta años de cruenta lucha contra los primitivos dueños de estas tierras. Finalizaba así una etapa donde el genocidio contra el pueblo indígena arrojó decenas de miles de muertos y la derrota militar de las naciones originarias del “chacú”.
Quedaba de esta manera despejado el terreno para que la tierra comenzara a poblarse. No todos los inmigrantes que llegaron al Chaco tuvieron la suerte de ser poseedores de las tierras que trabajaban. Muchos de ellos hasta mediados del siglo XX fueron arrendatarios, aparceros o aún peones de las chacras que se les había prometido en pomposas campañas en Europa o en Buenos Aires.
Inmigrante llegado a Buenos Aires bajo promesas de fortuna y prosperidad. |
Hotel Inmigrantes, en el puerto de Buenos Aires |
Cuando comenzó construirse el ferrocarril en su tramo de Barranqueras a Metán (Salta), se iban fundando colonias a medida que se extendía hacia el oeste, la mayoría de ellas dedicadas al cultivo algodonero.
El Area de Investigaciones Historicas, en consecuencia, sostiene que la riqueza que representa la diversidad cultural de nuestra provincia es una de sus mayores patrimonios, y a partir de ella se irá construyendo la identidad regional que permita enfrentar los grandes desafíos ante el bicentenario nacional.
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